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jueves, 5 de junio de 2008

BON JOVI, DOS HORAS Y MEDIA DE PURO ROCK EN BARCELONA

Recién aterrizados del Rock In Rio de Lisboa, los miembros de Bon Jovi llegaron a Barcelona dispuestos a solventar con eficacia su compromiso con España y lo hicieron con dos horas y medio de concierto que se escurrieron en lo que aparentó ser un suspiro. Ni la climatología adversa que había despertado con lluvia a los fans que habían hecho noche en la puerta del estadio, ni la hora y media con que habían cerrado la noche anterior el conocido festival en Portugal, iban a ser obstáculo para un grupo al que el cielo se vio obligado a respetar dispersando las nubes poco antes del inicio de la actuación, de manera que los rayos de sol comenzaran a subir la temperatura. Antes de su entrada los teloneros pasearon la vocación rockera de Savia y la permanente insolencia de las discográficas representada en No Way Out. De alguna manera inconcebible alguien creyó que metiendo a toda costa su pop caprichoso e impúber, lograrían algo de audiencia a pesar de que su tibia apuesta es más apropiada para recibir al desafinante Canto del Loco o a algún subproducto de teleacademia, que no para introducir a una banda mítica con 20 años en primera línea.

Pero el escollo tenía duración limitada y puntuales a su cita entraron en escena ante el habitual rugido del respetable los miembros de Bon Jovi, acompañados nuevamente de Bobby Bandiera y de la elegante violinista Lorenza Ponce. Lost Highway, el corte que da nombre al último disco que les ha devuelto a cifras de ventas aplastantes en otros países, fue la encargada de encender una mecha relativamente rutinaria en los siguientes temas (las siempre eficaces Born To Be my Baby y su encadenado con You Give Love a Bad Name). No obstante la canción de salida iba a ser una excepción al romper la estructura típica de sus conciertos: posiblemente atendiendo a las escasas ventas en España de Lost Highway la siguieron únicamente Whole Lot of Leaving y la descarga de vitalidad de We Got it Going On como representaciones del disco. Ni tan siquiera el single de presentación Make a Memory se asomó para intimar con los presentes.



Jon Bon Jovi y Richie Sambora mantuvieron la complicidad y compenetración en todo momento.

Tal honor le correspondió a Always, recuperada en esta gira en su versión eléctrica original y en la que Jon Bon Jovi volvió a demostrar que su voz todavía tiene cosas que decir en cuanto a emotivos falsetes, algo que confirmó In These Arms. Pero esa emotividad se desarrolló con maestría cuando llegó la sorpresa de la noche, curiosamente y tal y como sucedió en Lisboa con Start Me Up, en forma de versión. Can’t Help Falling In Love asombró con la unión en un mismo micro de los tonos simbióticos de Jon y Richie, calidez y garra engarzadas, que tomaron todo el protagonismo para subir la emoción a un punto que defendería Bed Of Roses acto seguido en una de sus mejores interpretaciones de los últimos años.

Otros momentos genuinos incluyeron a Hey God como representante del disco más querido por los fans y que curiosamente se toma como punto de inflexión cuestionable a la hora de hablar de la evolución del grupo (no en vano parece limitado a Europa como si su mensaje fuera entendido excesivamente profundo para el otro lado del charco). Allí de nuevo el líder de los de Jersey, que había aparecido ataviado de forma muy diferente a como suele aparecer en escena en otros shows (lejos de su look Rock Star), demostró que su implicación había crecido a cada canción gracias a la pasión del público, y su agradecimiento se tornó en una expresividad que rozó la teatralidad en varios momentos en histriónica entrega.

Sambora volvió a exhibirse tanto con la guitarra como con su chorro de voz.

Inevitable la mención de los cinco minutos de gloria de Sambora, a los que sólo cabe achacar la repetición de I’ll Be There For You como tema en que recrearse una y otra vez, una composición que ha terminado por bordar con el paso del tiempo y con la que atrapa a cada uno de sus atentos espectadores, pero que ya fue su aportación en los últimos conciertos que la banda dio en España hace cinco años.

Reproches ineludibles, más allá de algunos cortes no elegidos, el hecho de que la brillante ejecución de temas a un nivel muy alto se rebelase contra el tiempo y dejara con demasiadas ganas de seguir con el espectáculo, y que semejante demostración de mantenimiento de calidad y compromiso no sea entendida por los de siempre, aquellos que andan rebuscando en el oráculo de las modas para pronunciar su discurso del momento, y que en diez minutos habrán olvidado sus gustos previos mientras Bon Jovi sigue implacable más de veinte años asido al merecido trono del número uno. Es la música, punto habitual de encuentro de snobs y delirantes defensores de la efímeros gustos ajenos. Es Bon Jovi una marca demasiado grande como para no cargar con sus propios lastres.

http://www.musica.fanzinedigital.com/1049_1-Bon_Jovi_dos_horas_y_media_de_puro_Rock_en_Barcelona.html


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