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lunes, 7 de julio de 2008

SIMPLEMENTE NADAL




Seguramente los aficionados al tenis o al deporte en general y lo que quizás alguna que otra vez han podido ver los partidos de Nadal y ver en el al gladiador que se casi transparenta detrás de su vestimenta pirata, quizás y solo quizás alguna vez se pusieron en al piel del guerrero de las grandes gestas y se imaginaron empuñando su arma de guerra, y quizás también pensaron que los esfuerzos de Nadal rozaban lo sobrehumano, que el cansancio de las batallas entre los dos mejores del mundo rozaban la épica.
Las grandes batallas de la historia no solo son grandes por la talla de sus protagonistas ni por los escenario, sino por los grandes esfuerzos, las más sangrientas, las más sacrificadas y las que requieren un nivel de concentración, garra, y sobretodo ganas incansables de conseguir la victoria.



Hoy por fin... tanto yo como espectadora como el resto del mundo que ha hecho el esfuerzo de pasarse delante del televisor más de 7 horas, con interrupciones por la lluvia, mientras hemos comido con Nadal, hemos tomado el café y hemos cenado (cosa que ni Nadal y Federer han podido hacer a pesar del desgaste de tan largo partido), y hemos cumplido el papel de espectadores sin casi publicidad más que la permiten los tres minutos en los que los jugadores se sientan, ir corriendo al baño y organizar el domingo en las pequeñas pausas de los partidos, pues si, por fin hoy podemos decir que es sentirse en la piel del campeón, aunque sea solo una pequeña parte, porque hemos estado 7 horas con él, pensando en el partido, viviendo las interrupciones, siguiendo cada punto.

Y en una batalla ante la que nadie queda indiferente, porque quizás este tipo de enfrentamientos dividen al mundo del deporte y todo aquel que se sienta a ver el partido dispuesto a vivir esta final de infarto no puede dejar de tomar parte y con lo que conlleva elegir a tu propio ganador.
Hoy sobretodo ganó el tenis, la leyenda y el deporte y todos los espectadores que hoy por fin somos capaces de ponernos en la piel de nuestro Rafel Nadal, porque estamos tan exhaustos como él y porque una final nunca agotó tanto a un espectador y en mi caso....a pesar de haber estado en vivo y en directo en la remontada más grande del niño de Manacor, hoy por fin he sido capaz de sentir una aproximación del gasto de energia que requiere querer ser el mejor, se ponga lo que se ponga por delante.
En algun momento deje de creer en la victoria, quizás por cansancio, allá por el 4 set, y ahora creo que ya nunca más dejaré de creer en Rafa, pase lo que pase, me alegra pensar de que el que más cree en Rafa es el mismo, y de ahi surge el ingrediente más grande de su personalidad, algo que no está al alcance de casi nadie, el no bajar los brazos casi nunca.
Porque estas 7 horas agotadoras que acaban con lagrimas en los ojos acompañando al campeón en su victoria más emotiva en la que por fin rompió a llorar como un niño, un lujo que no se permitía desde que ganó su primer Roland Garros, han sido de un cansancio extremo, con las piernas engarrotadas, con los pelos de punta y los nervios a flor de piel... no puedo ni tan solo imaginar como puede estar el nuevo campeón de Wimbledon, imagino que exhausto y feliz, como yo. Que grande es Rafa... y es que pocos calificativos me quedan ya... hasta en este aspecto me ha agotado del todo, no tengo ya ni un solo adjetivo en el repertorio, ni yo, ni los periodicos que he estado mirando hasta ahora, ni creo que su familia. Se han usado desde los que apelan a las guerras antiguas, hasta a los reyes de las grandes historias, reales y fantasticas, inclusos superheroes... pero no hay palabras inventadas para describir a Rafael Nadal, ya se ha escrito todo, ya se han pronunciado todas...